La Discriminación en Chile
siempre se ha dicho que Chile es una tierra de personas solidarias... Chile... siempre se ha dicho que Chile es una tierra de personas solidarias, que acogen y ayudan a los menos afortunados, donde se ve a un pueblo que respeta la diversidad cultural de su tierra y de su continente; en un lugar así todo parece perfecto, pero los chilenos también somos humanos, por lo tanto, tenemos nuestros defectos. Uno de ellos, que nos cuesta bastante reconocer, es la discriminación directa o indirecta que manifestamos a las personas, ya sea por su apariencia, su condición social, su nacionalidad, y más. Sin ir más lejos, veamos un clásico caso de postulación a un trabajo. Son las 10:00, llega una persona a la oficina de la empresa que ofrece el oficio y/o profesión. El postulante se presenta con su mejor tenida, con la pulcritud y refinamiento que se requiere para la situación. A la hora de la entrevista, después de realizar nuestro ritual de presentación, se pregunta: “¿Dónde vives?”, “¿Dónde estudiaste?”. En el momento que estas y otras preguntas son formuladas, ya estamos siendo discriminados. He visto como en varias empresas le dan mayor chances de adjudicarse un puesto de trabajo al candidato que provenga de un buena barrio, en donde no haya altos niveles de delincuencia, o quien sabe por cual otro motivo. Digo yo “¿Qué hay de malo que yo viva en Puente Alto o en la Pintana, habiendo tenido la misma formación dentro de la educación superior?”. O sea de que por el hecho de vivir en un sector popular, ¿Significa que soy algún tipo de delincuente sin posibilidad de rehabilitación, o algún tipo de esperpento que generara una mala imagen a la empresa?. Tal vez en la mayoría de las personas que podemos clasificar dentro de esta dimensión caigan en este círculo, pero... ¿Serán todos así? Este tipo de discriminación se está imponiendo una serie de barreras para que las personas con dones y capacidades no puedan desarrollarse en el mundo laboral. Otro caso que es muy típico, y me atrevería a decir el más emblemático de nuestro historial discriminatorio, la simpatía y adhesión que sentimos a los extranjeros, provenientes de países desarrollados. Cada vez que viene un norteamericano o europeo, nosotros les abrimos las puertas y lo vemos superior. Pero no somos capaces de compartir, de la misma manera, con nuestros hermanos latinoamericanos y, lo que es mas preocupante, con nuestros pueblos originarios, porque nuestra tendencia es el rechazo a ellos, los apartamos. “El aborigen es sucio, tiene tifus, viven en peor condición que nosotros, es un borracho....” y así seguimos hasta que los apartamos por completo y los rechazamos, como tratando de buscar ese “tío del abuelo de tu tío” que era español o francés, y ocultar a tu descendencia mapuche. No digo que todos los chilenos hagamos estos actos de repudio a nuestra idiosincrasia y cultura, pero me da una profunda lástima y vergüenza reconocer el hecho que estas situaciones ocurran en mi país; donde nos creemos los “jaguares de Latinoamérica, la potencia económica de América del Sur, etc.”. Fernando Enrique Cardoso, ex presidente de Brasil, escribió una vez, en su condición de sociólogo: “Aquellos países que no sean capaces de repetir la revolución del mundo contemporáneo, y de encontrar al mismo tiempo su lugar en el mercado internacional, terminarían en el peor de los mundos posibles. Ni siquiera serían considerados como objeto de explotación; serán insignificantes, sin interés para la economía globalizada en desarrollo”. La economía es, sin duda, un factor determinante en el desarrollo de un país, de hecho, pero debemos tener en cuenta a la educación como su principal motor para llevar adelante a las naciones, tanto en materia económica, como cultural. Dentro de esta última, es de vital importancia desarrollar programas educacionales que incentiven, no solo el amor y respeto hacia la patria, sino también el respeto, la tolerancia y una visión pluralista hacia el resto de las culturas latinoamericanas. Tratar de dejar de lado esa maldición de Malinche que más de un conflicto nos ha traído. Chile es un país que discrimina mucho no solo a sus habitantes, sino también a nuestros hermanos latinoamericanos y hasta nuestros aborígenes, quienes son los últimos restos de nuestras culturas madres. Creo que debemos hacer, en conjunto, un auto juicio sobre lo que somos en realidad y, partiendo por esto, podremos abrir los ojos y decirnos que tan tolerantes somos nosotros.
La MaRaViLLa
Hace 16 años
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